Profesor William Patiño del programa Q.F con sus estudiantes de Farmacotécnia.
La industria farmacéutica se caracteriza por ser dinámica e innovadora en los procesos de desarrollo y producción de medicamentos, implementando tecnologías de vanguardia en pro de los estándares de calidad de dichas formulaciones. En este sentido, los constantes avances científicos han favorecido el mejoramiento de los tratamientos farmacológicos hacía formas más efectivas y seguras. Como consecuencia de esta rápida evolución, la industria farmacéutica requiere que el personal involucrado en el diseño y desarrollo de medicamentos esté en formación y actualización permanente, a fin de implementar las tecnologías de punta en la búsqueda de nuevos fármacos y excipientes que permitan brindar a los pacientes formas farmacéuticas que vayan un paso adelante de los tratamientos convencionales.
De hecho, en las últimas décadas se ha evidenciado como a través de la implementación de formas farmacéuticas innovadoras se ha logrado expandir los horizontes terapéuticos al mejorar la dosificación y entrega tanto de moléculas pequeñas como de biofármacos. Dichos avances, por ejemplo, han permitido tener un mejor control sobre la entrega en el sitio de acción, así como en la velocidad de liberación del Ingrediente farmacéutico activo (IFA), lo que ha conllevado a la reducción de la dosis, y por ende, a la mitigación de efectos secundarios. Sin duda alguna, estos avances se han logrado en gran parte gracias al diseño racional de formas farmacéuticas que pueden dirigirse al órgano o célula diana mediante moléculas señalizadoras que son reconocidas por receptores específicos desencadenando el efecto terapéutico deseable.
Dentro de estas nuevas tecnologías, la nanotecnología farmacéutica es una de las áreas más promisorias en la investigación de formas farmacéuticas innovadoras, debido a que esta podría revolucionar la precisión, eficacia y seguridad de los tratamientos. De hecho, diferentes estudios han demostrado que las nanopartículas poseen propiedades fisicoquímicas y biológicas únicas que les permiten mejorar características como la solubilidad de los IFA, lo que a su vez conlleva a optimizar la permeabilidad y biodisponibilidad de los fármacos. De igual manera, se pueden diseñar formulaciones de liberación controlada empleando nanoportadores que tengan la capacidad de atravesar barreras biológicas, como la barrera hematoencefálica, facilitando el tratamiento de enfermedades del sistema nervioso central, así como diseñar nanopartículas que pueden dirigirse específicamente a células o tejidos diana, como células tumorales, mejorando la eficacia de los tratamientos contra el cáncer.
Otras de las áreas de la industria farmacéutica con mayor proyección hoy en día incluyen las terapias basadas en el ARN mensajero (ARNm) y la terapia génica. El ARNm ha ganado protagonismo recientemente debido a su papel en las vacunas basadas en esta tecnología durante la pandemia del COVID-19. Además de las vacunas, el ARNm tiene el potencial de revolucionar el tratamiento de diversas enfermedades, permitiendo la producción de péptidos y proteínas con carácter terapéutico, los cuales son producidos por el organismo del paciente. Por otro lado, la terapia génica busca corregir o reemplazar genes defectuosos asociados con enfermedades hereditarias o adquiridas, en este contexto, a través de la entrega de genes funcionales, esta terapia podría ofrecer tratamientos curativos para enfermedades huérfanas o enfermedades complejas que a la fecha no cuentan con agentes terapéuticos.
En este sentido, se logra ver que el desarrollo de nuevas formas farmacéuticas innovadoras está impulsando una nueva era en la medicina, donde los tratamientos son más personalizados, precisos y efectivos, reduciendo de esta manera la presencia de efectos secundarios notorios que pueden llevar al paciente al abandono de las terapias convencionales.