Desde la visión de liderazgo que fusiona tradición y futuro, la Fundación Universitaria Salesiana está demostrando que la tecnología puede ser una herramienta para la cercanía humana.
En el siglo XIX, Don Bosco, desde su perspectiva de educador, concibió el «patio» como el corazón de su pedagogía: un espacio físico de encuentro e interacción donde ningún joven se sentiría solo, donde además de compartir experiencias, tuviera la oportunidad de desarrollar sus destrezas y habilidades y, principalmente, aprendiera a convivir con empatía para ser una mejor versión de sí mismo. Hoy, en Bogotá, Colombia, esa misma filosofía es la fuerza motriz de una audaz transformación digital, liderada por la visión del rector de la Fundación Universitaria Salesiana, el padre Leonardo Gómez Hernández, S.D.B.
Para el padre Leonardo, la incursión en el mundo digital no fue una simple reacción a una crisis o la forma de continuar labores mientras la sociedad se resguardaba: «La tecnología no es solo una respuesta coyuntural; es una herramienta estructural que debe integrarse de forma intencional en nuestro modelo pedagógico», afirma con convicción, mientras proyecta el desarrollo de la Institución y el futuro de la apuesta educativa Salesiana. «Sería un error estratégico limitarnos exclusivamente a la presencialidad».
Desde esta directriz, la Institución ha materializado su visión en «El Patio Digital Salesiana» No se trata de un simple repositorio de contenidos, sino de un ecosistema virtual diseñado para recrear el espíritu del patio tradicional: un espacio de encuentro, diálogo y construcción de comunidad, adaptado a la era digital. El rector lo define no como un simple portal de cursos, sino como un espacio central para la vida comunitaria en la era digital.
«El Patio Digital es un pilar fundamental de nuestra institución en el siglo XXI», declara el padre Leonardo. «No es un repositorio de archivos; es un espacio vivo donde recreamos la cercanía y la alegría salesiana. Aquí, cada estudiante sabe que no está solo. Encuentra una comunidad que lo acompaña, lo escucha y lo impulsa a crecer, sin importar las distancias».
La responsabilidad de traducir esta visión en una arquitectura funcional recayó en la Dirección de Tecnologías de la Información. Su director, el ingeniero Óscar Eduardo Motta, destaca la magnitud del desafío: reinterpretar para el mundo digital un concepto con más de un siglo de implementación en las obras salesianas. «El reto no era simplemente conectar plataformas, sino orquestar un ecosistema digital cohesionado donde la tecnología se volviera casi invisible, al servir de puente para la interacción y la colaboración entre los diferentes miembros de la comunidad universitaria. Cada componente fue articulado para que la experiencia del estudiante fuera fluida, intuitiva y, sobre todo, coherente con nuestra misión humanista».
Este ambicioso proyecto cobra vida en un ecosistema digital cohesionado, donde cada plataforma está diseñada con un rol claramente definido. El sistema de información integrado (INTEGRA) es el responsable de gestionar el registro y el historial académico de cada estudiante, donde se le acompaña administrativamente desde su admisión hasta la graduación. El epicentro del aprendizaje diario es el aula virtual (Brightspace), un espacio dinámico para la interacción con los profesores, el desarrollo de las clases remotas y el trabajo autónomo. Todo esto se potencia con una suite colaborativa (Google Workspace), diseñada para fortalecer las habilidades de trabajo en equipo en un entorno digital. Juntas, estas herramientas crean una experiencia de usuario segura, unificada y centrada en el estudiante.
Sin embargo, la pedagogía es la que da vida a la plataforma. El principio salesiano de la amorevolezza (un afecto cercano y amable) se traduce en prácticas institucionales como los videos de bienvenida personalizados, en la posibilidad de interactuar con profesores, estudiantes y de acceder a los servicios institucionales. El principio de la “razón” se materializa en la claridad de la estructura académica. Esta organización, lejos de ser meramente informativa, es profundamente formativa: empodera al estudiante al permitirle autorregular su ritmo, comprender el propósito de cada unidad o módulo de la asignatura y asumir con responsabilidad su propio proceso de aprendizaje. La institución ha codificado el acompañamiento con mentores activos que utilizan los datos para apoyar a quienes lo necesiten y un compromiso férreo con los estándares globales de accesibilidad WCAG 2.1 (Nivel AA).
«Nuestra misión es que cada estudiante sienta que es protagonista de su proceso», añade el padre Leonardo, al reconocer las dificultades inherentes. «Por eso, el reto permanente — superando la natural resistencia al cambio y atendiendo la brecha digital — es que toda la comunidad haga suyo este Patio Digital«.
En un mundo que debate cómo la tecnología deshumaniza, la Fundación Universitaria Salesiana ofrece un contundente contraargumento. Su trabajo, impulsado por una clara visión directiva y una ejecución técnica eficaz, es un testimonio de que la tecnología, diseñada con propósito, crea nuevas y poderosas formas de comunidad.
Al final, el éxito del Patio Digital Salesiana no reside en su código, sino en el espíritu de curiosidad y la capacidad de apropiación de su comunidad. El proyecto es en sí mismo una invitación abierta, con el apoyo institucional, a explorar, a fomentar el autoaprendizaje y a construir en conjunto. Así se demuestra que la transformación digital más profunda florece del compromiso colectivo y que el espíritu del patio — ese lugar de encuentro y crecimiento — se revela no como un espacio estático, sino como una creación comunitaria que prospera, con la misma calidez, en la era digital.