Todos nacemos con capacidades y talentos innatos que sin la intervención de la educación permanecerían dormidos, como plantas sin agua. Con la orientación de los padres y los maestros, la educación logra que esas condiciones de los seres humanos sean cultivadas para que puedan crecer y desarrollarse.
Además de desarrollar la mente y capacitarnos para poder desempeñar una profesión, la educación nos hace mejores seres humanos y buenos ciudadanos. Educándonos aprendemos valores como la empatía, la solidaridad, el respeto a las diferencias y a las ideas ajenas, así como la disposición para resolver los conflictos por medio del diálogo, indispensables para la convivencia y para construir una sociedad más justa y en paz.
Una de las razones que explica el nivel de desarrollo que alcanzaron países como Singapur, Corea del Sur o Taiwán, que hasta hace algunas décadas hacían parte del llamado “Tercer Mundo”, es haber convertido la educación en uno de los pilares de su desarrollo. Para lograrlo, transformaron por completo su sistema de enseñanza, hoy reconocido mundialmente y seguido como modelo en otros países. Estos países les dieron una gran importancia a los maestros y motivaron a los mejores estudiantes para que ingresaran a las facultades de educación en las que recibieron una rigurosa formación científica y pedagógica.
En Finlandia, otro país reconocido hoy día por la calidad de su sistema educativo, la Educación es una de las carreras más exigentes y la de mayor dificultad para los aspirantes que deseen ingresar a estudiarla.
En todos los casos mencionados, los maestros son considerados como unos de los profesionales más prestigiosos y respetados socialmente. No es por una simple coincidencia que los estudiantes que se forman como profesores obtienen los puntajes más altos en las pruebas internacionales de Matemáticas, Ciencias y Lenguaje.
Este ejemplo nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de acabar en Colombia con esa idea de que los estudiantes optan por las carreras de Educación lo hacen porque exigen un menor puntaje de ingreso o porque creen no tener las capacidades suficientes para formarse en otras más exigentes.
En SALESIANA estamos convencidos de que sólo formando excelentes profesionales de la Educación será posible cambiar el modelo educativo vigente, por uno que responda mejor a los retos que tendrán que enfrentar nuestros niños y jóvenes en el futuro.
Este modelo debe contribuir a desarrollar el pensamiento, la autonomía, la creatividad, la capacidad de pensar y de resolver problemas, la sensibilidad, el manejo inteligente de las nuevas tecnologías, el trabajo en equipo, la apertura al cambio en medio de la incertidumbre, la capacidad de aprender a aprender, el respeto a la naturaleza y la confianza en sí mismos para hacer valer sus ideas.
Luis Bernardo Peña Borrero
Decano Facultad de Educación
Fundación Universitaria SALESIANA