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Tendencias y retos de la química farmacéutica en el país

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Desde hace poco más de un año el mundo entró en jaque; un virus con un origen relativamente desconocido generó una pandemia y presentó desafíos para los gobiernos y las economías locales de todas las regiones; y entonces, el personal de salud, los médicos y la industria farmacéutica se empezaron a posicionar como héroes y gigantes.

Mientras que en las salas de urgencias, las unidades de cuidados intensivos y los centros de salud, el personal médico está luchando por salvar la vida y mantener el bienestar de los pacientes más complicados contagiados por la Covid-19, la industria farmacológica con métodos rápidos ha trabajado, incesablemente, en la creación de vacunas y tratamientos que puedan frenar la expansión acelerada del virus. ¡Y entonces, la química farmacéutica, a menudo muy desdibujada en el panorama de la educación, ha tomado más fuerza!

La actual contingencia sanitaria ha servido para mostrar la importancia de la química farmacéutica, y en Colombia la oferta educativa en el área es escasa, lo que genera un desafío estructural mayúsculo para la sociedad por los bajos niveles de investigación en el campo, la complejidad para crear y desarrollar fármacos nuevos accesibles a todas las zonas y la dependencia de las grandes empresas europeas que lideran la escena y desde hace un siglo llegaron al país para quedarse. El impacto de la pandemia, propuso desafíos no solo a los gobiernos y las empresas sino también al sector de la educación por migrar de los tableros a las pantallas; y aún más, por pensar programas de educación superior que se acojan a las expectativas del futuro y las necesidades del presente.

Así pues, resulta imprescindible apostar por una oferta educativa que aporte a la química farmacéutica y que logre superar los retos que el mundo propone ya que esta área ha evolucionado y los profesionales necesitan contar, cada vez, con más competencias que vayan más allá de la elaboración, distribución y comercialización de fármacos.

Por su parte, la Fundación Universitaria Salesiana ha pensado, desde hace más de un año, en un programa que forme químicos farmacéuticos ávidos en los procesos de laboratorio y en la inspección de la seguridad farmacológica en clínicas, hospitales y centros médicos. La misión, educar profesionales capaces de visualizar lo que viene, profesionales con un gran componente humano.

No es gratuito, que cuando todos los ojos del mundo decidieron prestar más atención a las políticas sanitarias, la Organización Mundial de la Salud anunció que en un futuro temprano una nueva crisis ocasionada por la resistencia antimicrobiana debido al uso y abuso de medicamentos, opioides y fármacos en la población general; amenazaría de nuevo el curso normal de la cotidianidad. Es por ello, que los profesionales en química farmacéutica salesianos no representan, únicamente, la figura de inspectores de la farmacovigilancia, sino que apuestan por alcanzar un deber ser más completo al comprometerse con responsabilidad social empresarial para garantizarle a la población medicamentos que aseguren un alivio o sanación de enfermedades mediante tratamientos terapéuticos, realicen procedimientos amigables con el medio ambiente y los entornos naturales; y aún más fundamental, velen por la comercialización y utilización racional de los medicamentos.

Para el caso colombiano, la Fundación Universitaria Salesiana ha detectado un punto clave en las competencias de un químico farmacéutico, asociado a la dimensión de este como comunicador, pues el profesional es el conocedor por excelencia de todos los componentes químicos de los medicamentos y por lo tanto, debe ser un puente de información entre médico  y paciente; y entre los departamentos de publicidad y comunicación de las farmacéuticas y la sociedad, advirtiendo y siendo claros en las pautas comerciales sobre las consecuencias nocivas del excesivo consumo de opioides utilizados comúnmente y a diario para aliviar dolores.

Por último, el rol más romántico, pero no menos importante del químico farmacéutico se encuentra en la educación. Desde el corazón de la Salesiana, nace el tercer elemento que caracteriza al profesional de esta área formado en nuestra institución, pues no solo tiene el compromiso de mantenerse actualizado, sino también de formar ética y moralmente a futuras generaciones de químicos farmacéuticos y con mayor envergadura a los tecnólogos en farmacéutica que terminan siendo en muchas ocasiones, en un contexto como el nuestro, los médicos de cabecera de las personas del común, aumentando la crisis del abuso de medicamentos y desconociendo posibles reacciones alérgicas a los mismos.

La investigación en el área nunca termina y la sociedad está esperando más personas que se animen a hacer de la química farmacéutica una pasión y modo de vida. ¡Te esperamos, la Salesiana tiene las puertas abiertas para ti!

Desde hace poco más de un año el mundo entró en jaque; un virus con un origen relativamente desconocido generó una pandemia y presentó desafíos para los gobiernos y las economías locales de todas las regiones; y entonces, el personal de salud, los médicos y la industria farmacéutica se empezaron a posicionar como héroes y gigantes.

Mientras que en las salas de urgencias, las unidades de cuidados intensivos y los centros de salud, el personal médico está luchando por salvar la vida y mantener el bienestar de los pacientes más complicados contagiados por la Covid-19, la industria farmacológica con métodos rápidos ha trabajado, incesablemente, en la creación de vacunas y tratamientos que puedan frenar la expansión acelerada del virus. ¡Y entonces, la química farmacéutica, a menudo muy desdibujada en el panorama de la educación, ha tomado más fuerza!

La actual contingencia sanitaria ha servido para mostrar la importancia de la química farmacéutica, y en Colombia la oferta educativa en el área es escasa, lo que genera un desafío estructural mayúsculo para la sociedad por los bajos niveles de investigación en el campo, la complejidad para crear y desarrollar fármacos nuevos accesibles a todas las zonas y la dependencia de las grandes empresas europeas que lideran la escena y desde hace un siglo llegaron al país para quedarse. El impacto de la pandemia, propuso desafíos no solo a los gobiernos y las empresas sino también al sector de la educación por migrar de los tableros a las pantallas; y aún más, por pensar programas de educación superior que se acojan a las expectativas del futuro y las necesidades del presente.

Así pues, resulta imprescindible apostar por una oferta educativa que aporte a la química farmacéutica y que logre superar los retos que el mundo propone ya que esta área ha evolucionado y los profesionales necesitan contar, cada vez, con más competencias que vayan más allá de la elaboración, distribución y comercialización de fármacos.

Por su parte, la Fundación Universitaria Salesiana ha pensado, desde hace más de un año, en un programa que forme químicos farmacéuticos ávidos en los procesos de laboratorio y en la inspección de la seguridad farmacológica en clínicas, hospitales y centros médicos. La misión, educar profesionales capaces de visualizar lo que viene, profesionales con un gran componente humano.

 

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