Queridos estudiantes, profesores, administrativos y padres de familia un saludo de año nuevo lleno de alegría.
Iniciamos este 2023, siendo el cuarto año de labores académicas de SALESIANA, es poco tiempo para un proyecto como este, pero sin duda, el suficiente para ver la pertinencia del mismo. Una Institución que quiere ser reconocida porque contribuye a la solución de los problemas reales del país desde el horizonte de los más necesitados. Una Institución de cuerpo pequeño, pero de espíritu grande.
Nos reconocemos así, en proceso de consolidación. En poco tiempo hemos tenido que reconstruir acciones realizadas. Es decir, errores cometidos. Sin embargo, como lo dice Edgar Morín “los errores nos educan cuando tomamos conciencia de ellos”. Eso somos, un cuerpo vivo que, desde su nacimiento, nuestra adaptación al mundo externo, se hace por ensayo y error. Y así, durante toda la existencia.
De la misma manera, vivimos tiempos de post-pandemia que develaron la incertidumbre más grande a corto y largo plazo. La crisis más alta de inflación en los últimos años en Colombia. La volatilidad del dólar. El IPC del 13.12% en el 2022. Si hablamos de desarrollo económico, el nivel de vida sube, pero la calidad de vida baja. El bajo poder adquisitivo de las clases menos favorecidas. La violencia se ha acelerado, en tiempos donde un gobierno progresista como el del presidente Gustavo Petro, propone una paz total. Las demandas de las regiones y fronteras aumentan. Los gritos de los jóvenes y las mujeres por el derecho a la igualdad, a la educación y al trabajo no cesan.
Conscientes de esa realidad institucional y del contexto que nos rodea, SALESIANA, sigue llena de esperanza en la posibilidad de convertirse en propuesta cierta de Educación Superior desde su razón de ser, en su enfoque humanista científico-tecnológico.
Entendiendo lo humanístico no sólo como el deseo de una mayor fraternidad, no es solo salvarse de los desastres o peligros, no solo entender que somos diferentes, no solo que esperamos un mundo mejor. Ser humanista también significa comprender que somos un momento efímero en esta infinita aventura de la vida.
Querida Comunidad universitaria, todos y todas. Este es un tiempo en el que colectivamente necesitamos seguir aprendiendo, desde la gestión académica, la gestión investigativa, la gestión de bienestar – pastoral, la gestión de proyección social y la gestión administrativa – financiera a Ser
Universidad. En donde sea necesario, debemos hacer procesos de conversión. No tengamos miedo. Nuestros estudiantes y la sociedad en general juzgarán nuestras acciones.
Para ello, es necesario dar un paso, hablo a todos y todas, dado que la vocación a la felicidad es para todos y todas. Los invito a seguir creciendo desde nuestro interior para lograr esas metas académicas, pastorales, investigativas y de proyección social que nos proponemos.
Sin duda, la expresión más alta de la felicidad es la alegría y deberá ser la emoción a la que debemos dar prioridad en este tiempo.
Quizá las mujeres y hombres de hoy pensamos poco en la alegría de Jesús y no hemos aprendido a «disfrutar» de la vida, siguiendo sus pasos. Sus llamadas a buscar la felicidad verdadera se han perdido en el vacío, tal vez, porque seguimos obstinados en pensar que el camino más seguro de encontrarla es el que pasa por el poder, el dinero o el sexo.
La alegría de Jesús es la de quien vive con una confianza limpia e incondicional en el Padre. La alegría del que sabe acoger la vida con agradecimiento. La alegría del que ha descubierto que la existencia entera es gracia.
He aquí una de las enseñanzas clave del Evangelio. Sólo es feliz quien hace un mundo más feliz. Sólo conoce la alegría quién sabe regalarla.
Sólo vive quien hace vivir.
Con este propósito demos inicio a nuestro primer semestre académico del 2023, y en manos de la Virgen Auxiliadora coloquemos todos nuestros empeños.
Feliz y alegre 2023
P. Leonardo Gómez Hernández
Rector